En esta época del año se multiplican los casos de esta enfermedad infecciosa de las vías respiratorias de los perros.
Es similar al resfriado de las personas, aunque no es peligrosa si es contagiosa entre canes, conviene detectarla a tiempo y tratarla. Si no se trata debidamente puede afectar a los pulmones y producir neumonías y muerte en los casos más severos. Es altamente contagiosa ya que se transmite por estornudos, tos, contacto entre mucosas nasales (cuando los perros se olfatean) y afecta a perros de todas las edades.
Es una enfermedad canina de carácter vírico cuyo síntoma principal es la tos seca e intensa. La expectoración es tan intensa que puede expulsar por la boca espuma blanca y vomitar. Los vómitos no son un síntoma de la tos lo que ocurre es que la tos provoca que el perro vomite. Puede haber fiebre, secreción nasal, ganglios aumentados…
Se puede evitar con vacunas anuales, lo habitual es que se aplique al perro con seis meses y se le revacune cada año. La revacunación es importante para perros que tengan cardiopatías, afecciones pulmonares de carácter respiratorio o que tengan que pasar una temporada en sitios como residencias caninas donde están en contacto con muchos perros.
La época donde afecta más esta enfermedad es en otoño e invierno. El frío puede frenar la actividad de las defensas del perro y es entonces cuando el virus que provoca la tos ataca el organismo del perro.
Los antibióticos y jarabes contra la tos suelen ser los medicamentos recetados por los veterinarios. El tratamiento de esta enfermedad es de carácter sintomático, es decir cada perro presenta unas señales distintas y por lo tanto necesitan diferente medicación, una vez comenzado el tratamiento lo normal es que los síntomas remitan en una semana. Si el perro convive con otros canes, hay que procurar aislarle del resto porque se trata como ya se ha dicho de una enfermedad contagiosa. La tos se transmite a través de las bacterias que el perro expulsa al toser.