Cuando hablamos del cuidado de los perros muchas veces nos olvidamos de una de sus zonas más importantes: sus almohadillas, estas forman parte de sus pies y son una de las zonas más sensibles.
Las almohadillas están en contacto continuamente con el suelo; soportan el frío en invierno y el asfalto caliente en verano, escarban, corren…
Las almohadillas de un perro sano deben ser duras, ásperas y elásticas, no deben estar resecas, levantadas ni agrietadas.
Deberíamos revisar las patas del perro a diario, sobre todo, si salimos a pasear por el campo. Comprobaremos si tienen cortes, alguna uña rota, espigas o piedrecitas clavadas, chicles, etc…y veremos si están agrietadas o secas.
Si logramos que las almohadillas de nuestro perro se endurezcan poco a poco, los problemas que tendrá serán mínimos. Esto se logrará llevándole a caminar por distintos terrenos, por diferentes superficies, consiguiendo con ello que además de endurecerse se hagan cada vez más fuertes y sólidas.
En perros de pelo largo, el pelo suele crecer entre las almohadillas, llegando incluso a sobresalir entre los dedos. Se debe recortar este pelo sobrante para darle a las patas un aspecto más redondeado. Pero además de por razones estéticas, es importante controlar el crecimiento del pelo en esta zona para evitar problemas, si crece demasiado es posible que se formen nudos, muy molestos para el perro, y es más fácil que se enganchen espigas o frutos espinosos si paseamos por el campo. Además, nuestro perro resbalará con mayor facilidad en el suelo de casa. El exceso de pelo también puede provocar una deformación de la planta del pie, ya que obliga al animal a separar de más los dedos para notar una buena sujeción al suelo al caminar.
Es de suma importancia también, mantener la zona de las almohadillas completamente limpia e hidratada. Para ello se pueden utilizar cremas apropiadas para mantener la hidratación ya que una piel sana e hidratada será menos propensa a cortarse o agrietarse.